EN MEMORIA
¿QUÉ caminos te tienen escondido?
Un roce te apartó de nuestro lado,
y dejaste de andar por un cansado
viento de puertas rotas al olvido.
Hacia un buscarte a ti tan sólo has ido.
Te inicias en tu muerte. Te has llamado
fuera de este lugar acostumbrado.
Te alejas de vivir. Te has conseguido.
Qué pronto te apartaba el pensamiento
de nuestra soledad tan acallada.
Pero queda el silencio que te nombra.
Ya recorres, veraz, extraño, lento,
tu plenitud sabida y encontrada,
donde vive en tu luz tu misma sombra.
HABRÁ CAMINOS MÁS ALLÁ DEL VIENTO...
HABRÁ caminos más allá del viento,
más allá del vacío de la aljaba.
Donde el dardo desnudo se desclava,
puedo hincar todavia el pensamiento.
No templaré metales de lamento
para ocultar la voz que me recaba
la palabra inicial. Aquí se acaba
el morir, y en la vida me sustento.
Me agudizo en el hierro de saeta
y apresuro esta flecha enardecida
hacia el tiempo que al arco se le ofrece.
¡Cómo se me ha lanzado tan inquieta
mano de la avidez de una alta vida,
y cómo se adelanta y crece y crece!
REFUGIO EN EL OCASO
SETIEMBRE se reclina sobre el mosto apurado.
Quién sabe si ganamos el pan que nos han dado.
Van llamando a la tierra la lluvia y el reposo.
Quién sabe si tendremos un caminar forzoso.
Se mira en las ventanas la luz de la añoranza.
Siempre, para el recuerdo, perdida la esperanza.
El fruto cayó al suelo, se nos rompió en los dedos.
Quién llagara sus manos con los frutos acedos.
Setiembre. Lo de ahora se queda en el olvido.
¿Siempre estaremos solos? También tú te has perdido.
Yo recolecto espumas para la mar lejana,
y tallo en los sarmientos cruces para mañana.
Abro puertas, ventanas. Derribo techos, muros,
para que la luz venga a reforzar mi casa.
Enciendo los cristales y reto a los perjuros
para que el agua clara dé fe de lo que pasa.
¡TEJEDOR de cadenas para la faz del viento
que derrumba las piedras de nuestro pensamiento!
En ti beben las fuentes del agua castigada,
los campos temerosos, la ciudad contristada.
Hallé para tus manos el pan de buen sabor,
pero tú no alcanzabas el cesto del amor,
porque algo te mantiene lejano del futuro.
¡Busquemos la piqueta para hundir este muro!
La ciudad, solitaria del hombre apesarado,
le da refugio al viento que anocheció incendiado.
Pero si todos pueden volver a su reposo,
tú inundas las bodegas del vino generoso.
Tal vez si humilde esperas los libros designados,
encontrarás el nombre del valle que quisieras,
donde se cumple el tiempo, los árboles alzados
y los aconteceres de tantas primaveras.
HE caminado siempre por donde viene el día,
y no he sabido nunca qué luz me sostenía.
Resbalan los ponientes, resbalan las auroras,
las reinas de las ansias no tienen sucesoras.
La soledad se aleja de nuestros pensamientos,
y estrecha la corona de los presentimientos.
Y las mentiras llagan, y sangran las verdades,
se acongojan los tiempos de estrechas libertades.
También he caminado por donde va el ocaso.
He visto las distancias, pero ni un solo paso
podía desnudarme de nuestras estaciones…
¡Feliz quien anduviera por todas sus regiones!
Las manos y el reposo rechazan albedríos,
en este umbral oscuro de secas heredades.
Aquí se nos fatigan las aguas de los ríos,
la muerte nos observa en su álbum de amistades.
PALABRAS PARA ESPERAR EL TIEMPO DE ESPERANZA
YA pasó el tiempo oscuro del destino. Reposa
la mano en los anillos de la paz prometida.
Han llegado a los aires luces de amanecida,
y a un afán de jornadas cede la voz penosa.
Lentamente, con ansia, creyeras temerosa,
empieza una costumbre de senda compartida
con el Sol que nos alza. La tierra, ya extendida
hacia mis manos, viene, me alcanza presurosa.
Pasó un dolor y un aire de mal paso. Fue el día
hendido de tinieblas. Se halla lejos su suerte…
También volvió el recuerdo que antes nunca venía.
Luz del tiempo me alberga el viaje por la aurora.
Mueren los pensamientos donde murió la muerte.
Aquí, solo, esperando, diría que alguien llora.
BALADA PARA LA PAZ DE UN MAL DE AMOR
ES hora de olvidar nombres de ayer,
los del agua y el pan que abandonamos,
los que nunca supimos merecer.
En esta oscuridad los preguntamos
para poder mirar y para ver
hacia qué soledad nos alejamos.
Nombres que siempre habrán de recordarme
el camino que dejo y que prosigo,
y que me van diciendo que he de hallarme
solitario de ti, pero contigo.
Es hora de saber que ya perdemos
la claridad del día esperanzado.
La ceniza del agua que bebemos,
no calmará la sed que nos ha dado.
También hay que olvidar lo que sabemos
del tiempo del amor, tiempo pasado.
El silencio te lleva y te retiene
y oscurece el camino que yo sigo.
Ya no sé qué esperanza me mantiene,
solitario de ti, pero contigo.
Hay que comer el pan que merecimos
con nuestras manos frías y cansadas,
el pan de soledad que compartimos
en estas largas noches separadas.
Hay que lavar la frente que escondimos
en las aguas amargas y quemadas.
Hay que aceptar las horas que te alejan,
y el silencio que oculta lo que digo.
Hay que cerrar las puertas que me dejan
solitario de ti, pero contigo.
Y es hora de callar. Ya no podemos
seguir por los caminos extraviados.
Tan sólo desde lejos nos diremos
nuestros nombre de amor, ya distanciados.
Siempre la soledad… ¡Y temeremos
que un día lleguen nombres silenciados!
Te digo amor y paz. Tú, tan ausente…
Mientras pasa el vivir, irás conmigo.
Qué lejos está todo y qué presente,
solitario de ti, pero contigo.
Irremediable amor, quiero alcanzarte
toda la libertad que no consigo
y el tiempo que me deje acompañarte,
solitario del ti, pero contigo.
AIRE DE RUISEÑOR Y MARIPOSA...
AIRE de ruiseñor y mariposa,
por tus cabellos.
Bajo nuestras espaldas,
el prado tierno.
No hay nadie, si no es el aire
y el amor que nos tenemos…
Tu anhelo ya reclinado
junto a mi anhelo,
el aire, el ruiseñor, la mariposa
en ti poseo.
Bajo tu espalda,
el prado tierno.
MADRIGAL DE LAS ALTAS TORRES
¿QUIÉN las ve quién las goza y les da nombre
de buen trigo, de fuente madrugada,
de caminos del viento y de la paz?
Madrigal, Madrigal… Aquí seguimos
tan oscuros en tanta claridad,
cuando tus Altas Torres se levantan
tan sólo en el silencio,
y los que bien quisiéramos alzarlas,
de las piedras tenemos que hacer pan.
¿Quién derriba también tus Altos Tiempos,
tus Altas Esperanzas, tu solar
de los campos del aire, tus designios
para las Altas Luces que vendrán?
Quisieron muerte, cielos derrumbados,
cenizas por semilla, soledad
entre el hombre y el hombre, y Altas Torres
que no las viera nadie, Madrigal.
¡Qué lontananzas viejas lamentamos,
al pie de tus ausencias, Madrigal!
Demolida la luz, ¿quién se tendría
por varón de provecho, Madrigal?
Tierras de pan llevar, madres del trigo,
guardan una plomada, Madrigal.
Tenemos que segar, trabajar hondo
y hallar la luz perdida, Madrigal.
¡Y edificar las Altas Permanencias
que yergan, Madrigal, tus Altas Torres,
y eleven, Madrigal, la libertad!
MARTES DE CARNAVAL
ME desnuda la sombra que declina.
Pongo sobre mi cuerpo un traje muerto,
en mis ojos colores de desierto,
y en mi frente una arruga repentina.
Me oculto en la sonrisa mortecina
de quien en el dolor está en lo cierto,
y mi nombre también llevo cubierto
de negro que a la muerte me avecina.
Me disfrazo de amor, de tiempo viejo,
de afán de perdurar y de discreta
manera de vivir. He simulado
la esperanza también. Busco el espejo…
¡Y me arranco el mirar y la careta,
al verme de mí mismo disfrazado!
TAMBIÉN QUIERO HACER VERSOS...
TAMBIÉN quiero hacer versos
en román paladino
con el que apenas nadie
habla con su vecino,
puesto que en estos tiempos
ya más muertos que vivos,
pronto, pronto, muy pronto
hablaremos en signos.
No sé para qué cosa
servirá lo que escribo,
pues sólo han de escucharme
—si acaso lo consigo—
los que de cuanto diga
están ya convencidos.
Pero no desespero,
y salvo mi optimismo:
creo que importa que alguien
relate lo que ha visto,
aunque tan sólo sea
para dejarlo dicho
en los papeles viejos
de los tiempos perdidos.
Ahora fructifica
el analfabetismo
de unas ciertas escuelas
con maestros de oficio
de oscuridad. Empero,
que quede bien escrito:
«No todos somos necios
los que aquí subsistimos».
Si bien escrito queda
algo de lo que vivo
a vuestro lado siempre
—vosotros, hombres limpios—,
dejad que solicite
un vaso de bueno vino,
y se lo ofreceremos
a quien nunca ha bebido.
LETANÍA DE FORMAS FORMAS Y SUBFORMAS DE GOBERNAR Y PRESIONAR AL MUNDO
ES la Aristocracia
y la Plebecracia,
la Pauperocracia
y la Plutocracia,
la Consumocracia
y la Dedocracia.
¡Nunca, por desgracia,
es la Democracia!
Es la Burocracia
y la Burricracia,
la Futbolicracia
y la Telecracia,
la Gerontocracia
y la Efebocracia.
¡Nunca, por desgracia,
es la Democracia!
Es la pertinacia
de la gran falacia.
¡Y qué poca gracia
tanta Minicracia
contra Democracia!
PRESENCIA
los que se creen libres de morir
y los que viven muertos.
¡Limpias, las manos prontas a la luz!
La luz que aquí se guarda es memorable
para nuestro provecho: nos obliga
a mayor claridad.
A estos espacios de ciudad surcada
por el mar,
vine para aprender
oficio de hombre libre entre hombres libres,
oficio de estar vivo entre los muertos.
RECUERDOS DE INFANCIA
¿HABLARÉ de las fosas
del homicidio,
sangre sobre mi nombre
y mi apellido,
el hambre haciendo cola
para el pan ínfimo,
la Geografía rota
a tiro limpio,
la Historia repitiendo
sus viejos libros
y el terror reclamando
el mejor sitio?
¡Que de mi infancia sólo
sean testigos
los días del pan blanco
sin sacrificio,
las Islas del Tesoro,
esos castillos,
lápices de colores
para el prodigio,
y la ropa galana
de los domingos
tanto si yo los tuve
o no conmigo!
LOS CANTAPOETAS
¡OCULTAD bien los versos,
que ya se acercan
quienes componen música
fláccida, histérica,
con que cantar a muerte
a los poetas,
y quebrar su palabra
y su cadencia
con gritos de carátula
farandulesca,
y a golpes de guitarra
cabaretera!
¡Machado, Espriu, Alberti,
qué mal os dejan
los que se emperifollan
de Gaya Ciencia
robada en vuestros libros
de arte poética,
y os reducen los versos
a letra muerta
de canciones de moda
sin permanencia,
y convencen al mundo
porque pretextan
que al cantaros pregonan
lo que escribiérais!
¡Los versos no son texto
de cupletera,
no precisan guitarra
de poca escuela,
ni los parapachines
de mala orquesta,
ni fatuidad de voces
tonadilleras,
sino la voz erguida,
clara y austera
de quien ve lo que dice
la buena letra
de la palabra escrita
de los poemas!
¡Al diablo y al silencio,
cantapoetas,
dilectos de la musa
de la impotencia!
PARTENÓN
NUNCA tan indeleble ni tan imperativo,
nunca tan ascendente hacia la claridad,
nunca tan aplomado en tus constelaciones,
ni nunca tan intenso de mármoles terrestres,
nunca tan afinado de aristas musicales,
nunca con tanto esmero de fuerza y de cincel,
nunca tan espacioso de todo lo perfecto,
ni nunca tanta luz mejor edificada,
nunca tan bien escrito en el papel celeste,
nunca tan arraigado en ser de la belleza,
nunca tan magistral de piedra y pensamiento,
nunca tantas palabras para saber la vida,
nunca tan protector, nunca tan cotidiano,
nunca tan erigido para todos nosotros.
LA TEJEDORA MARÍA
SÓLO porque te digo «Usted primero»,
al salir de tu casa, te conmueves.
«Egó? Egó?…» preguntas a milenios
en el sometimiento y la penumbra
de ser mujer, dar vida, vivir muerta.
Te vuelves fugazmente, con temor,
a todos los retratos de familia
y a su severidad admonitoria.
Pero al fin te decides,
en un salir de casa como nunca salieras.
En el umbral te asustas,
pues la negrura cae de tu ropa
y del pañuelo oscuro de mordaza
que apretaba tinieblas en tu rostro.
Y te encuentras vistiendo la alegría
de los colores más primaverales
que cuanto tejes van cubriendo Creta.
No habré llegado en vano a este lugar,
si por un solo instante has sido libre.
Te recordaré siempre yo también.
BIBLONISOS
¿CÓMO es posible leer en un jardín como éste? Flores y hojas perennes de todas las latitudes cobijan un aire de fresca y pujante vitalidad. ¿Cómo abrir un libro, aquí en donde los aromas y los colores describen, sin abstracciones, la vida? En un banco del jardín que es toda la isla, alguien ha dejado, tentador para mí, un libro.
Casi con un designio de bibliomancia, lo abro al azar. En este momento, un nubarrón tormentoso se forma y se deshace súbito en agua inoportuna. Sin embargo, he tenido tiempo de reconocer un texto homérico en bellísima traducción.
El agua, que cae fuerte, se seca en el mismo momento de tocar las cosas. Ya que la lluvia no alcanza a mojarme, sino a intensificar más la armoniosa realidad, vuelvo a abrir el libro. Cuando me dispongo a complacerme en buenos hexámetros odiseicos compuestos en romance, la página ya no contiene el texto traducido, sino el mismo original, en verso manuscrito con arcaico primor y que puedo entender como lengua propia.
Busco en otras páginas, y, según mi deseo, hallo también en versión original todos cuantos textos me interesan, y que asimismo leo con inesperada familiaridad. Mientras la lluvia me asiste con su frescor y su transparencia, en este volumen gozo de toda la belleza escrita por los hombres. Yo también me intensifico en luz y en serenidad, pues encuentro mis obras tal como me hubiera gustado poder escribirlas.
Con respetuosa prudencia, no quiero ir más allá de lo escrito por mis contemporáneos. ¿No es bastante haber tenido en un sólo volumen todas las páginas que se han escrito, y poder leerlas en la lengua de sus autores?
Al irme de Biblonisos, degé la Opera Omnia. Yo no debía ser el único que tuviera acceso al prodigio. Otras palabras mías tal vez muy pronto se encontrarán en su breve pero total número de páginas. Los libros futuros son una esperanza. Sobre todo los míos, pues aún no los he vivido.
HABANERA
SI zarparas conmigo, llegarías
hasta la plenitud del horizonte,
donde comienzan todos los caminos
de la mar y del viento, de la mar.
A proa escucharías, tan galana,
cómo te alaba el canto del delfín,
decidirías vientos de alborozo,
islas de lejanía y de socaire,
o abrazarte conmigo en la alegría
del embate del agua y del azul.
Luego en tu camarote escogerías
el ropaje de brisa altamarina
con el que pronto iría a engalanarte
para mayor belleza de tu luz,
para más levedad de tu cintura,
para sentir tus ojos más en mí.
Y se alzaría en nuestro camarote
qué fragancia de estrellas protectoras,
no nos penetrarían los abismos
y nunca más la luz naufragaría,
amparados los dos en la certeza
de un viaje de velámenes profundos
para mejor llegar tú a mí, yo a ti.
Pero tú sólo vives tierra adentro,
y yo busco los mares por surcar.
VI
YO que soy español de Cataluña
y catalán de España, tanto monta,
no te tengo que dar explicaciones
de por qué escribo en una u otra lengua.
La libertad se explica por sí misma.
XXX
ME honras mucho al llamarme intelectual,
pero no al proponerme que te engrose
esa nomenclatura maniquea
de los intelectuales de partido.
No marcarás mis ojos ni mi frente
con el hierro candente de una sigla.
XXVI
QUIERES que se te llame «la poeta»,
y por lógico impulso feminista
llevar al unisex la profesión.
A mí lo de «poeta» no me gusta
ni para ti ni para mí. Palabra.
Pero como no quiero ser «poeto»,
te seguiré llamando poetisa,
que me suena mejor que «poetriz».
XLVIII
DISFRUTAMOS por fin de pleno empleo.
El paro ya no es lacra nacional.
Se han creado más puestos de trabajo
en todas las esquinas del país.
VI
TU violín pedigüeño desafina
y deseo que lo hagas a propósito.
¡Que además de tener que mendigar,
encima nos tuvieras que dar gusto!
Papel moneda aplauda tu concierto.
XVII
SE colecciona la impiedad de lujo,
el harapo moral de alta costura,
el hambre impuesta a golpes de justicia,
la libertad de nadie para todos.
Nuestra amistad Te sigues procurando.
PETICIÓN
EL Buen Señor San Telmo lo quiso otra vez,
lo propició con vientos tenaces de lentitud placentera.
Desde su cumbre marina, atalaya ermitaña,
sabio y modesto en altar de beato periplo,
patriarcal de experiencia del mar
que conduce a una mar para siempre,
escuchaba mi voz de pedir travesía,
si pedir se permite después de vivir tan terrestre.
Voz de esperar derrotero en este mapa incógnito
que ya ilumina mis manos, papel dadivoso de viaje
y de fuerza en juventud, libertad,
lontananza quizás abundante en islas de nombre y belleza
y prodigio que asistan con paz y con buena nostalgia,
cuando llegue el pisar tierra firme y final,
naufragada y salvada.
TEMPLO DEL GRAN JAGUAR
TE aploma la obsidiana tallada por la luz,
el huracán te arraiga, la selva te culmina,
y el Sol en donde se alza tu fuerza contra el tiempo,
te labra los peldaños de oración y de abismo.
Te protege el sigilo del reptil inminente,
el clamor flagelado, qué dentellada oculta,
la sangre presentida entre las piedras blancas,
y un pedestal de vientos y de profundidades.
Nos vamos acercando al borde de tu sima,
al dintel de tu fuego, a tu candente vértigo,
al filo de la zarpa, a la obsesión de un nombre.
Y aquí, solos y muchos, silencio con silencio,
las manos laceradas por el pavor, los ojos
hundidos en sí mismos, abiertos a tu cumbre,
esperamos la voz, tememos la palabra
que seguimos buscando en tu sombra encendida.
Por entre nuestros pies, resuena un precipicio.
CIUDAD ESCONDIDA EN SU MIEDO...
CIUDAD escondida en su miedo,
nocturno es el día, las horas
abaten campanas quemadas,
un golpe de barro y tiniebla
derriba la luz, nadie sabe,
ninguno recuerda su rostro,
amargan las aguas, el viento…
de piedra es el viento, nos busca,
raíces ardientes nos atan,
furor e inclemencia nos gritan,
qué manos viscosas nos hieren,
huimos de aquí, de nosotros,
y cómo llegar hasta casa
por calles sin nombre y sin tiempo.
PLAZA MAYOR DE VIVOS Y DE MUERTOS...
PLAZA Mayor de vivos y de muertos,
de soledad de todos entre todos,
de desamor y de campanas rotas.
Es un ardor el aire y es un frío,
y la luz es un pozo interminable.
Cómo insiste tu ausencia, qué imposible,
cómo el silencio insiste amordazando.
Tan alejado de tu voz, regreso
de nuevo a la intemperie de mi casa,
y únicamente sale a recibirme
en la pared mi sombra, la de nadie.
QUE YA NO TEMA EL PAVOR DE LA NOCHE...
QUE ya no tema el pavor de la noche,
la soledad que aprieta la garganta,
la tiniebla que brota de los ojos,
dolor ensangrentado, sed y frío,
que Tu amistad me coja de la mano,
que mis palabras vanas no me alejen,
que mi última palabra seas Tú.
¿TAMBIÉN, IMPERTINENTE, ME PREGUNTAS...
¿TAMBIÉN, impertinente, me preguntas
que por qué escribo en esta u otra lengua?
¿No sabes, pues, leer? ¿No te percatas?
No escribo en catalán ni en castellano.
Escribo en libertad.
ME GUSTA QUE CELEBRES MI EPIGRAMA...
ME gusta que celebres mi epigrama
en alguna ocasión con la sonrisa
e incluso con la risa. Al escribirlo,
a menudo me río, me sonrío.
Antes, algunas veces lo lloré.
ALGUNA VEZ NOS PIERDE EL NARCICISMO...
ALGUNA vez nos pierde el narcisismo,
pues los que fueron versos de dolor
qué placer nos producen, si se aplauden.
VIGILA ESTE LENGUAJE COPROLÁLICO...
VIGILA este lenguaje coprolálico,
pues tan cercano está del paladar
que te puede inducir a cropofagia,
y, como consecuencia fisiológica,
a componer tan sólo coproversos.
POETISAS, POETAS, ALGO IMPÚDICOS...
POETISAS, poetas, algo impúdicos,
casi exhibicionistas muchas veces,
por hacer estriptís que nadie pide
ni suele contemplar ni agradecernos.
¿Por qué tanto salir a un escenario
en el que recitamos nuestras vidas
mal envueltos en rimas licenciosas
o desnudos en verso libertino?
¿Para lucir el cuerpo sin el alma
o bien para que el alma luzca el cuerpo,
sin excepción de sexo ni de edad?
No siempre sienta bien tanto desnudo,
ni a los que se lo encuentran y prosiguen
ni a nosotros, actores sin contrato
y a quienes sólo el frío nos abriga
y un público sin manos nos aplaude.
VOLVERÁS, OTOÑAL, CUANDO YO ESPERE...
¿VOLVERÁS, otoñal, cuando yo espere
a tu hermana más honda, más severa
y que me lleva más hacia mí mismo?
Bienvenida serás, si es que regresas:
te debo muchas horas litorales,
arena, Sol y mar, gratos azules
por donde paseamos conversando
o, mejor dicho, hablándome tú a mí
con el verso estival de la alegría.
Calzaremos los pies para otras rutas
y el tiempo ya de los primeros fríos,
muy propicios también a la palabra
de hablar y de escucharte tan en mí.
Y que tu hermana venga, si desea
protegerme igualmente con su voz.
Solo no me dejéis en mis inviernos.
EN CAMPO NO MUY SANTO
AQUÍ yacen, muy bien antologados,
muchos maestros de la Ciencia Gaya,
vates de toda escuela y toda laya,
como La Poetambre recordados.
La Musa les parió siempre inspirados.
Adultos ya, los suelta, cruz y raya.
Pero, poetas son donde los haya,
los tendrá en El Parnaso controlados.
Las glorias funerarias les fascinan.
Aunque toque dormir, siguen despiertos.
Con buen oído la garganta afinan
y a recitar se ponen de consuno.
Es fama que en tal campo de los muertos
se ven más fuegos fatuos que en ninguno.
EPITAFIO DE UN POETA DE LA EXPERIENCIA
UN lírico muy joven, muy querido
por la Musa Mayor de la Excelencia;
con el dominio de la Gaya Ciencia,
ya desde la niñez favorecido.
Para hacerse más docto y distinguido,
se nos matriculó con diligencia
en la Escuela Oficial de la Experiencia,
y tuvimos un vate esclarecido.
Los gozos y las penas de la vida
cómo cantó con voz jamás oída.
¿Quién nos podría dar mejor concierto?
Pero muchacho aún, le blanquearon
las sienes, y sus versos le dejaron
efebo carcamal y precoz muerto.
EN LA CUNA HAY UN NIÑO...
EN la cuna hay un Niño,
hablemos bajo…
¿Por qué las hachas tercas
cortan un árbol?
En la cuna hay un Niño
blanco, tan blanco…
¿Qué forjador adusto
forja tres clavos?
En la cuna hay un Niño
negro y muy majo…
Talabarteros necios
trenzan un látigo.
En la cuna hay un Niño
de ojos rasgados…
Un orfebre de espinas
va trabajando.
En la cuna hay un Niño
crucificado.
HOMENAJE AL SEÑOR DE LA TORRE DE JUAN ABAD
ÉRASE un hombre a su nariz hurtado,
érase una nariz diminutiva,
ni hebraica ni cristiana, fugitiva
nariz sin rostro, rostro emasculado.
De lesa anatomía era un pecado,
inválida nariz muy escondida
en su diminutez, napia escindida
entre el ser y el no ser, naso frustrado.
Érase y no se era y ya no es,
menesterosa de haz, falta de envés,
de bulto y de perfil, de gallardía.
Autófaga nariz desnarigada,
mal amasada pizca de la nada
y que a Quevedo mucho gustaría.
Al fin, la Parca impía
le dio burlona muerte prematura,
y la fosa nasal por sepultura.
UN SILENCIO DE LIBROS CERRADOS...
UN silencio de libros cerrados,
se aproximan susurros de sombras,
alguien viene a decir que está solo,
qué puntual el reloj de la ausencia.
PUESTO QUE CADA DÍA ES MÁS DE NOCHE...
PUESTO que cada día es más de noche,
vuelve al placer de tus primeros libros,
acaricia las cosas familiares
que sientes extraviadas por cercanas,
recuerda el conversar de tus mayores,
sus gestos que te amparan todavía,
aquel mirar que te enseñaba a ver,
repósate en los nombres con que amaste,
vuelve a tus oraciones cuando niño
y con la sencillez de la confianza
saluda a Dios y espera en su amistad.
ELOGIOS DEL CIPRÉS DE SILOS
GRÁCIL solemnidad te pone nombres.
Mano de bendición, alta palabra,
mediodía perenne, voz benigna,
ala de claridad, urna de aromas,
incienso de oración, raudal celeste,
salmo de soledad recompensada,
vitral del buen amor, puerta de amparo,
acto de fe, donaire de alegría,
poder de la verdad, lucha y reposo,
fuente para la sed más necesaria
que, sediento de sed, vengo a beber.
HIMNO DE BATALLA CONTRA LAS GUERRAS
SI aquí nos obligaron clarines de mal tiempo,
voces de iniquidad, órdenes de inclemencia,
por estandarte gritos de látigos candentes,
por heroísmo el odio y la desesperanza,
en los ojos mordazas, tinieblas en los labios,
y en el pecho la herida del deber de morir,
obstinados queremos desertar de la muerte,
huir hacia la aurora y el pleno mediodía,
y avanzamos erguidos y con latidos de alma,
de corazón y mente, marcialidad de paz.
Que nadie nos imponga mortajas como enseña
de gozo y juventud, que no nos condecoren
con el pavor y el fuego, que nadie beba lágrimas
ni coma pan esclavo, no sea por nosotros
que unas manos de amor busquen manos sepultas.
Y que ya nunca más, ennegrecidas,
sangren a media asta las banderas.