Poesía:

OLYMPUS DIGITAL CAMERA

Medio de conocimiento. A veces conocimiento más intuido que buscado y que sorprende. Más definible por sus cualidades que por su esencia.

De acuerdo con T. S. Eliot, «equivalente emocional del pensamiento». Y, por supuesto, de todo lo humano.

Responde a la «Tentación de la palabra». Según el Diccionario Académico: Tentación: 1.- Instigación o estímulo que induce o persuade a una cosa mala. 2.- Impulso repentino que excita hacia una cosa, aunque sea mala. 3.- Fig. Sujeto, cosa o situación que induce o persuade. Se atiene a 2 y 3, sinónimos de «Musa» y de «Inspiración», algo que experimenta todo escritor, así como otros creadores artísticos, e igual los lectores experimentarán.

La palabra solicita —tienta— para que nos acerquemos a ella, la acojamos a la vez que se nos entregue con su capacidad de creación e intelección. Causa la necesidad de escribir y aun de leer. Tentación en la que complace caer, y cuya ausencia se añora muchísimo. Inútil intentar propiciarla, no hay droga que lo consiga, a no ser la palabra misma con la cual nos sentimos ser.

Toda palabra esencialmente es sagrada, dado su origen. Por libre albedrío, puede emplearse para la oración o para la blasfemia, incluso con independencia de la belleza que logre contener. Se han compuesto buenos poemas sacrílegos. Obviamente, «caer» en esta tentación no garantiza el buen uso. Pero esencialmente la palabra siempre permanece incólume. No la destruye ni el empleo perverso. La Tentación lleva a evocar el Dabar hebraico, el Logos, el Verbum, el Verbo, la Palabra. Caer en la tentación artística e intelectual o emplearla en el coloquio cotidiano, siempre conlleva responsabilidad ética. Tal responsabilidad impulsó a componer dos poemas que forman parte de los libros Marco Aurelio, 14, 1998, y Segunda silva, 2009. Son estos:

LA SÓLO ESCRITA EN LETRA CLARA…

LA sólo escrita en letra clara,
la que requiere voz amante,
la compartida en ojos limpios,
la de los libros meditados,
la de vivir a manos llenas,
la de acatar bronces del tiempo,
la de esperar en la esperanza,
la de la muerte de la muerte,
la que entre el grito y el silencio
se alza profunda en libertad.
En estos días acosados
de desamor y de tristeza,
de sinrazón y manos sucias,
que con voz hosca y letra oscura
nunca vivamos de mal modo
la tentación de la palabra.

 

Y con estos eneasílabos, los endecasílabos del otro poemario:

 

CON GRATITUD, ESMERO Y DILIGENCIA…

CON gratitud, esmero y diligencia
cedo a la necesaria tentación
de la palabra, la que me hace ser,
la que debe escribirse en letra intensa,
la que requiere voz clara de amor,
la de mirada siempre de ojos limpios,
la de la persistencia en la esperanza,
la de tañer la vida la vida a todas horas,
la que protege paz y libertad,
la que se alza entre el grito y el silencio,
y la que cada día me haga digno
de gozar, alabar y merecer
la sílaba suprema de tu Nombre.

¿«Inspiración», «Musa»? Aceptada la tentación, «caído» en ella…
En Segunda Silva también 2003:

RUMOROSO SILENCIO PRESAGIA…

RUMOROSO silencio presagia
deseada palabra, poema.
El trabajo tenaz te haga digno
del fulgor germinal de su luz.

Y 2004:

EN EL SILENCIO DEL PAPEL EN BLANCO…

EN el silencio del papel en blanco,
un susurro de trazos inminentes,
y el destello inicial de la palabra.
Escucha, mira, espera con fervor,
ya que tal vez de pronto te ilumine
el deseado nombre del poema.
Y sé humilde. Tú, sólo mensajero.

Y qué es la poesía. Casi inefable obra de arte verbal. El diccionario no acaba de precisar su esencia. Dice: «Manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o en prosa». Nada de «medio de conocimiento» o algo parecido, ni de «Poesía eres tú». Entre sin duda muchas posibles explicaciones, no definiciones, un haikú —apócrifo por ser tan sólo métrica— que tal vez explique algo:

 

La poesía.
Aquella rara avis…
Pocos la cobran.

Pocos la cobran, ya que por fuerte que sea la tentación, en modo alguno garantiza la obra, de ahí el posterior «trabajo tenaz» aunque nos sorprenda el «verso dado» con gran facilidad y con —menos frecuencia— el «poema dado». En todo caso, incluso después del don, hacer igual que Baudelaire: «J’ai travaillé comme un parfait chimiste».

Valéry afirmó que se le solía dar el primer verso del poema. ¿El inicial? ¿O el que concluye la composición, pues a veces todo el poema se infiere del último verso?

Enrique Badosa cree haber tenido esta dádiva. ¿Presunción suya como cuando se atrevió a decir «Yo no siento el poema. El poema me escribe»? ¿O cuando le parece que no es él quien compone los versos, sean los de un poema propio o los de una tradución?

Y para acabar con esto, cuando se le pregunta si padece al escribir, suele contestar que si padeciera no escribiría. Por otra parte, el placer de la escritura no garantiza el buen resultado de la obra. Pero, a veces, asegura, que la «caída» puede ser muy grata, pero esto no tiene que ocasionar la pérdida del sentido de la autocrítica, no confundir el placer literario de escribir con la buena calidad de lo escrito.

Mingote_ABC_defAntonio Mingote. «Opinión». ABC.